En aquellos días, cuando los rayos del sol me parecían inmunes, las gotas de lluvia suaves caricias y el viento una sensual invitación...en aquellos días, donde la inocencia parecía absoluta, eran los días en los que me encontraba entre el cielo y la tierra.
No era un lugar extraordinario, ni hablaré de él como un lugar mágico, solo era un lugar que pasó a ser realmente significativo, por circunstancias, por épocas, por encuentros.
Tampoco había que hacer nada espectacular, no era necesario, sólo era cuestión de vivir; tal vez eso lo terminaba haciendo utópico, alimentando así, el aprendizaje cotidiano.
Fué en aquel lugar en donde aprendí a quedarme en la quietud de la noche, disfrutando el momento, escuchando los sonidos cadenciosos, entregándome sin premura, deseándote del mismo modo, sin censura. Para después aprender entre tus brazos a escucharte sin escucharme, con el veto en mis labios a aquella palabra impregnada en mi ser. Aprendí finalmente a tocar la neblina ante la despedida y llorarte en mi silencio.
Entre el cielo y la tierra me enamoré...ahora solo déjame decirte, aquí sobre la tierra húmeda que cubre mis pies descalzos, cansados, marchitos...aquí mismo, en la obscuridad enternecida y el alma expuesta en este cuerpo desnudo: Déjame derramar una lágrima sobre la tierra para que se evapore hacia el cielo...el carro se ha quedado parado enmedio de la carretera, y yo he tenido que continuar a pie...
1 Encierros de otros:
Cuán conocidos son para mi tus sentimientos... cuánto me conmueves siempre, niña :)
Te mando besotes enormísimos
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