lunes, 19 de noviembre de 2007

Infidelidad

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El porqué y el cómo de las aventuras extramatrimoniales, tanto femeninas como masculinas, han sido objeto de estudio de muchos psicólogos e incluso, investigadores privados. Y no sólo de las aventuras extramatrimoniales, sino también del porqué y el cómo de las aventuras que algunas personas tienen, aún teniendo ya una relación de noviazgo o convivencia casual. En sentido estricto, la infidelidad implica la ruptura individual de cualquier compromiso asumido consciente y voluntariamente. En esta perspectiva, cualquiera acción o descuido que afecte desfavorablemente a algunos de los miembros del matrimonio o de la pareja que forma una relación, (noviazgo o convivencia) podría y debería calificarse como una conducta infiel. Sin embargo, la infidelidad sexual es la única que se juzga habitualmente con suficiente importancia como para justificar una ruptura de pareja, los sentimientos de culpa o la ira, la depresión e incluso la venganza de algunos de los miembros como resultante de dicha situación. La importancia justificada a este tipo de infidelidad esta estrechamente vinculada con la importancia que erróneamente se concede al sexo y la supuesta estrecha relación inquebrantable con otros afectos, los que se suponen impedirían amar a más de una persona y por lo tanto impedirían establecer relaciones simultáneas a la de tu actual pareja. Se podría pensar que este pensamiento es muy idealista y que solo lo poseen lo niños y adolescentes, pero es común encontrar a matrimonios que después de varios años deciden separarse a causa de la infidelidad de unos de sus miembros, y el afectado no es capaz de racionalizar el porque de lo sucedido si “se supone que no puedes amar a dos personas al mismo tiempo y por igual”. También por mucho tiempo se ha supuesto que son los hombres los únicos que pueden llegar a incurrir en la infidelidad, pero según diversas cifras que marcan estudios realizados en la actualidad, sabemos que las mujeres también alcanzan un alto porcentaje de infidelidad, principalmente en países en donde las cuestiones y tabúes sociales van siendo eliminado por diversos movimientos feministas. Así podemos decir hoy en día, que la infidelidad no es sólo cosa de hombres. Muchas mujeres son infieles a sus parejas de vez en cuando, aunque, contradictoriamente, digan estar enamoradas.
“Salud, dinero y amor- y el tiempo para gastarlo-.” Este brindis español inspiró a los autores de un libro sobre la edad intermedia, para usarlo como título de un capítulo, al encontrarlo como el “resumen ideal de lo que la edad intermedia puede ofrecer”.
La infidelidad es un tema sujeto a polémicas porque en él confluyen infinidad de valores, actitudes, prejuicios y estereotipos. Hay que tener presente que la fidelidad no es síntoma de felicidad, ni de salud; Tordjman considera al adulterio "... una verdadera prueba de fuego de la pareja: destruye aquellas en las que falta amor, y consolida las demás". Así que, más que buscar patologías, habrá que pensar que la infidelidad puede ser un síntoma de la larga serie de crisis por las que atraviesa la pareja y la funcionalidad estará dada por la manera en que la pareja pueda comunicarse y superar la crisis. La infidelidad a pesar de ser "tan común" es un choque contra la integridad, todos tenemos una opinión al respecto y si nunca la hemos padecido o la hemos percibido, pensamos que pondremos fin a la relación. Sin embargo, una vez que se descubre viene el choque emocional, el estallido de cólera, la humillación y la devaluación del sujeto engañado. Pero la ruptura no aparece, entonces se forman dobles mensajes. El infiel quien cae en el arrepentimiento, primero se justifica y después exige que se le respete su tiempo y su libertad.
No se trata de ubicar a la infidelidad como “buena” o “mala”, sino como todos los sucesos de nuestra vida, como una experiencia más o como una prueba de vida, ya que no solo servirá para plantear nuevamente o no la relación de pareja, sino también para “evaluar” a nuestro propio yo, a todo nuestro sistema psicológico y a ver como somos capaces de afrontar las situaciones que acontecen en nuestras vidas...espero lo lea la persona que me preguntaba que opinaba sobre este tema...


3 Encierros de otros:

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Carlos dijo...

...buen, muy buen tema. En Latinoamérica la mujer es más proclive a perdonar la infidelidad de su esposo.
Soo puedo decir que ojalá mi ex esposa hubiese pensado como Tordjman...ella no fue capaz de perdonarme un desliz y ahí se terminaron 5 años de matrimonio.
Honestamente, yo tampoco podría.

Beshos niña linda...

Azul... dijo...

Te ma espinoso que has descrito y analizado muy bien, me gustó mucho, sobre todo porque nuestras culturas son más permisivas en estos temas con el hombre

Un besito, bella!

Anónimo dijo...

De cuando en cuando surgen estudios que tratan de explicar con terminología científica el por qué de las infidelidades, dónde se producen, con quiénes y una larga variedad de considerandos.

Mucho de ésto pasa por una cosa subjetiva...sin afán de justificar en nada la infidelidad, lo que para mí cae en esa conducta para otros quizás no sea tal. La infidelidad sexual es la que se juzga con más importancia porque es la más comprometida en el entendido de que la relación íntima representa el mayor grado de compromiso (pero tampoco es la norma absoluta).

No es un pensamiento idealista amar a una persona y nada más...es decir, se puede amar a varios en distintos niveles; pero a nivel de pareja, el compromiso es tal que debiera de ser con una sola persona. Y eso de que los hombres son más dados a la infidelidad...momento, que se necesitan dos para bailar un tango.

Mantenerse fiel a una persona, claro está, no es sinónimo de felicidad si no se siente de esa forma...más felicidad habría en poder disolver un compromiso de forma civilizada. En lo personal, admito que me sería muy difícil seguir adelante con una relación después de un episodio de este tipo...pero estaría dispuesto a hacerlo bajo mis condiciones.

Saludos cordiales y espero aceptes mis disculpas por la extensión de mis apreciaciones.

SALUDOS

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SOF

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