Se encontraban acostados, observando aquel pintoresco techo blanco, un ventilador sucio junto a una vieja lámpara y un televisor que era mejor no encender.
Escuchaban el ruido de los autos transitar rápidamente por la avenida, mientras sus ideas volaban ensimismadas...
Un día antes, como todos los días desde hace dos meses, una llamada a medio día ella había contestado, era la hora de la comida y a ella le gustaba platicar con él. Ese día ella saldría temprano y por fin podría platicar con él. Mientras lo esperaba, el viento acariciaba sus mejillas y el frío rozaba su piel. No se percató de su llegada, siendo mucho más agradable la sorpresa.
Las horas pasaron, se divertían y platicaban sus ideas, de planes, de ausencias y de encuentros. Él se sentía acompañado, ella se sentía feliz. El tiempo no importaba, como tampoco importaba el día siguiente que asomaba sus narices en la obscuridad.
Desde muy temprano al siguiente día, la llamada esperada la sorprendió...le pedía pasar toda la tarde con él...ella se negaba porque ella quería. Como hace algunos ayeres, ella se atrevió a romper reglas...benditas reglas que rompió!!
No había necesidad de muchas palabras, no había necesidad de buscar el sexo del otro... no... ese no era el fin, era la sensación de tranquilidad que emanaban al estar uno junto al otro. Pláticas formales y banales mantuvieron, sinceridad demostraron. Él la trataba como una mujer, con ternura y delicadeza en sus palabras, y caballerosidad en sus acciones, con límites que ella no recordaba de todos aquellos últimos que se encontraba.
Era un descubrimiento. Ahora se volvía a sentir como persona...ahora estaba reviviendo...
-"¿Qué piensas?"- preguntaba él
-"En el color mostaza de la pared"...¿Y tú?"- respondía ella
"En que estoy tranquilo"- y un brillo destellaba en su mirada, empatizando con el día transparente en el exterior...dos invidentes cruzando la calle, una persona desnuda caminando entre la genete, un viejo pidiendo limosna, un cuarto azul turquesa con olor a café, la risa de gente platicando, aquellas viejas escaleras junto a la iglesia, una rica nieve derritiéndose en la boca de una persona, el fresco de la tarde...
Y ellos acostados en esa vieja cama... solos...observando el techo de la habitación.
No había tenido que pasar nada extraordinario entre ellos, ni siquiera un roce de labios...sólo había tenido que pasar su compañía... y eso terminaba por hacer el día sencillamente extraordinario...
En ocasiones, al final del día... en medio del atardecer... encontramos las palabras de aquello que nos hace sentir...
Sof & Skeu
En ocasiones, al final del día... en medio del atardecer... encontramos las palabras de aquello que nos hace sentir...
2 Encierros de otros:
...esa sensación de tener alguien a tu lado, sin necesidad de poseer, solo disfrutar de su compañía es muy gratificante.
Que te lean la mente no el cuerpo, eso es verdadera compañía...
Hace falta algo mas?... y que es lo que realmente extrañamos de la personas... sino solo su silenciosa presencia
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