Sentada como todas las noches Paola lo esperaba sentada en la banca de aquel parque. No importaba cuanto tiempo tendría que pasar en ese lugar, podía ser capaz de permanecer observando, oliendo, y disfrutando la frescura de los árboles que todas las noches la acompañaban.
Como todas la noches, desde hacía años- no sabemos cuántos-, Paola sacaba el labial rosa del bolso, peinaba sus gruesos cabellos rizados y polvoreaba su nariz; luego se ponía sus lindas zapatillas y su abrigada gabardina, observando su esbelta figura, preparándose para salir.
Caminaba con lentitud hasta aquel lugar; su suave caminar, cadencioso hacia voltear las miradas de los transeúntes, y asomar las cabezas de los vendedores…todos lo sabían, era la hora en que Paola se deslizaba hacia el viejo coto de la ciudad.
Acomodada en su lugar, todos sabíamos de su tristeza al mirar el reloj minuto tras minuto; de sus largas esperas, y de su inesperada partida. No sabíamos cuanto tiempo podía permanecer, ni cuanto tiempo podríamos esperar…tan nuestra habíamos convertido la espera… sólo que a diferencia de Paola, nosotros no sabíamos a quien esperar…
Y sin embargo…esperábamos…creo que nacía una especie de esperanza, tal vez por el montó de cosas que uno siempre imagina, o bien, por como García Lorca “
'Esperando, el nudo se deshace y la fruta madura'.
Entonces, una noche de esas, me detuve frente a ella, y le dije:
“Perseveremos, querida Paola…tú a que llegue quien tenga que llegar… yo a quien tenga que esperar…finalmente las casualidades no existen…y hoy… hoy te acompaño en la grandiosidad del crepúsculo…”
2 Encierros de otros:
Esperar... verbo conjugado tan comumente recien.
Un gusto leerte como siempre..
Esperar, desespera...
Precioso tu cuento, Soft... me dejó con pena, Paola.
Que pases lindo, un beso!
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