Los chicos de Andrés Calamaro
Un himno para mis amigos y las personas que amo.
Cumplir 25 años en este 24, es algo realmente muy significativo para mí. Vivir un cuarto de siglo no lo considero cualquier cosa. Tal vez para algunos sea un tanto cursi, para otros más pasará desapercibido, y los restantes sabrán y comprenderán cual importante es para mí haber llegado a esta edad.
Hacer un recuento de todo lo que he aprendido, y lo que sigo aprendiendo, es algo que cada año hago por igual. Este año es para mí aún más especial. Siempre me percato de que doy algunos “saltitos” en esta ocasión el salto fue un “salto mortal”. Ya no necesito sentarme a esperar. Afortunadamente continúo creando mi propio laberinto, ese que hablé algunas tantas veces.
La diferencia: ya no lo sufro, no lo pienso, solo lo vivo. Esta vez he comprendido la importancia de volver a actuar. De amar y sentirme amada sin condiciones y sin presiones.
Hacer el análisis de tu vida, puede ser en teoría tarea fácil y sencilla. Involucrarte en todos tus sentidos al momento de realizarlo, implica una trascendencia en tu SER. Me es grato entonces poder sentarme y desgajar mi vida. Cada parte conforma mi esencia, y cada parte se encuentra unida por un único común. Las ganas que aún tengo por vivir.
Esta vez he podido saborear la exquisitez de un chocolate, he podido granular el delicioso helado de vainilla. Y por fin he vuelto a concebir la espuma que recorre mi piel. Simplemente mi cuerpo ha vuelto a sentir cada esencia, cada molécula que transita en el edén. Y mi espíritu ha vuelto a contactar con los fragmentos ocultos de mí savia.
Y este gran salto, no me queda más que compartirlo, con todas aquellas personas que han seguido conmigo, algunos a muy corta distancia, algunos otros a unos cuantos kilómetros, otros más perdidos un poco en la distancia. Pero el calor que emana de nuestros corazones jamás se ha degenerado. Los sigo queriendo tanto y más que ayer. Siendo el ahora el instante más preciado en mi vida.
Considero que es muy hermoso encontrar en la vida a personas tan significativas; es hermoso que a pesar del tiempo, de la bazofia que vivimos actualmente en nuestra sociedad, un poco trastornada, un poco menoscabada… podamos vislumbrar lo que realmente tenemos, eso que hemos denominado amor.
Es sublime por lo tanto, poder revelar que mi “pequeño mundo” se construye el amor, no como una materia, no como una idea pasajera; sino como una condición que permanece entre el espacio y se conjunta con la humanidad. Presencio que infaliblemente estoy recreando, porque estoy viviendo el amor; aún en este mundo en donde la esencia se ha disuelto entre el rencor y el deseo de venganza.
Y me descubro como una “investigadora”, que no inquiere una sola respuesta, ni siquiera en un solo sector, no, es esa “investigación” que se hace sobre el amor… sobre la esencia… sobre la vida misma. Ahora las cosas en mi existencia han cambiado, he sufrido cambios como lo sufre la manzana al caer del árbol.
La estructura de la vida cotidiana del mismo modo se modificó, y la comunicación inquebrantable entre todos se fortaleció. Por lo que me es ameno poder observarme en medio de este todo. Me agrada reconocerme como un miembro del universo, y poder tomar, entonces, la decisión de moverme, de permanecer estática, o de modificarme en un nuevo elemento.