domingo, 17 de mayo de 2009

SENTADA EN MI SOFÁ

| | 4 Encierros de otros


No sé como empezar a escribir…solo siento la necesidad de que mis dedos tecleen sin parar los sentimientos atorados que tengo dentro de mi. Necesito este desahogo para mi alma antes de escribir mi última carta. La carta lo nombraría como algo más serio, y esto ya lo dije, es solo un desahogo. Palabras sin sentido que paulatinamente toman forma y un significado para mí.

Estoy triste, algunos dicen que es mi estado habitual. Y ciertamente lo tome como un estado habitual desde hace 5 años aproximadamente. Ahora en el hoyo no sé como seguir. Me siento atorada dentro de un frasco, lo peor de todo es que yo solita me metí en él.
Y después de dos años, la esperanza se volvió a ir de mí como agua entre mis manos.

Conservo la arenilla que entra por mis poros, y resulta punzante hasta llegar a mi corazón. Las lágrimas brotan como la fuente del Partenón, y por más que quiero secarlas los pañuelos se humedecen tan rápido que he optado por que simplemente escurran por mis mejillas hasta mis pies.

Todas las personas creen saber que es lo existe dentro de mi corazón, todas creen saber que es lo que tengo que hacer. Pero nadie en realidad se percata de que es lo que necesito. Me hubiese gustado que te dieras cuenta del amor guardado para ti, en su lugar las heridas se profundizaron y el amor en odio se transformó.

Tengo el coctel de canciones resonando en mi cabeza. Tengo miles de imágenes que circulan por mi mente y tengo el sentimiento guardado dentro de mí. Quisiera tomar todo esto entre mis manos, hacerlos bolita y arrojarlos desde el mirador…pero no se puede, están ahí, y no se van.

Entro en catarsis en repetidas ocasiones, bendigo tus besos y maldigo tu adiós. Alguna vez te lo dije. “tú me dejarás”…y lo peor es que en esta ocasión no me equivoqué. Maldita sea, como quisiera haberme equivocado, como quisiera encontrarme entre tus brazos, respirar tu aroma y sentirme mujer. Maldita sea…lo maldigo otra vez.

Y finalmente sé que no sirve de nada, porque como hace años, tendré que levantarme de la cama con mis cabellos enredados y las mejillas escurridas. Con el dolor punzante en el pecho y el alma destruida. Caminaré hacia el baño y me veré frente al espejo, observaré las lágrimas y sin cuidado las quitaré de mis ojos para poder continuar con la rutina establecida.

Y me iré ahora al trabajo con la ilusión de que aparezcas, la carretera estará más sola que nunca y las noches serán eternas. Escucharé al grillo que canta siempre en el rincón y querré aniquilarlo porque me recuerda mi soledad. Mi eterna soledad que no me abandona y que en estos días me aterra.

No me da miedo la soledad física, pero si aquella soledad que al paso de los años ha embriagado a mi ser…y mientras escribo sigo pensando que hacer con los trozos de sueños y planes mal elaborados. Trato de borrar cada una de las imágenes descubiertas pero me resulta imposible. Trato después de dormir después de una semana pero no lo logro conseguir.

Trato…siempre trato y no concluyo…quisiera tanto regresar el tiempo hasta el vientre materno…quisiera entonces volver a nacer…pero tengo 25 años y el alma marchita. Y ahora lo imploro, y lo suplico…ayuda por favor…ayuda por Dios.

Y aquí sentada en mi sofá, escucho el “tic-tac-tic-tac” y siento que voy a estallar…y las lágrimas brotan con mayor intensidad…perdóname te lo suplico…y tu continuas sin escuchar…quiero desaparecer en mi eterna soledad…aquí…sentada en mi sofá.


Sof & Skeu
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domingo, 10 de mayo de 2009

CARTA 4

| | 1 Encierros de otros


"Y vivieron felices por siempre"... siempre he querido escuchar ese final en las historias creadas; sin embargo por alguna u otra razón nunca he conseguido obtener el beso del príncipe amado acompañado de la promesa eterna.

Podría culpar a los cuentos fabricados en mi infancia que me hiceron pensar que eso podría suceder; podría culpar después a una sociedad machista que te enseña a lavar, planchar, y vivir con tus hijitos; podría por lo tanto culpar a mis padres por haberme regalado un muñeca a la cual cambiarle los pañales y darle el biberon...pero no lo quiero hacer. No quiero culpar a nadie ni estoy empeñada en encontrar la razón última de porque deseo tanto el amor junto a un hombre, formar una familia y educar a un bebé.

Yo lo describiría como un deseo que emana desde el fondo de mi ser, instinto no lo llamaría tampoco, porque algunos especialistas en el tema me lo refutarían de inmediato como hace algunos años lo hicieron. Solo lo llamaría así...deseo.

Es entonces saciar aquel gusto de sentirme humana, de sentirme mujer y de sentirme deseada. Es el gusto de poder amar a una persona, observarla mientras duerme, acariciar su rostro y lentamente acercarte a su oído para reafirmar el amor que nace en tu interior.

Es observar posteriormente a una pequeña criatura, tomar suavemente de su mano, rozar sus labios en su mejilla y sentir que la vida los ha unido para siempre.

Es entonces aquella complementariedad que el universo entero no ha podido definir, ni los grandes maestros ni la enorme ciencia podria descifrar.

Es para mí aquel sentimiento, aún no satisfecho, que me mueve, que me motiva, que me reinvindica a la vida, a mi vida.

Sin embargo, por alguna u otra razón, no ha llegado ese momento.
Entonces, mientras tanto, continuo en el capullo, como aquella oruga gorda que se arrastraba, y que en un buen momento, el búho sabio amigo, aquel animal que puede observarte de noche cuando nadie ve, le enseñó el camino del perdón.
Ahora pacientemente en su capullo, ha sacado su letrero en el proceso de transformación: "Princesa busca a su Príncipe"...en su dolor.


Sof & Skeu

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SOF

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